El abuelito deseaba una taza de leche
El abuelito disfrutó de la generosa dosis de ternura de su nieta, cuyos pechos parecían estar más firmes y deliciosos que nunca. Además de deleitarse con esos voluptuosos senos, el anciano exploró más abajo y le brindó a su nieta un placer oral solo al alcance de un hombre mayor y experimentado. La joven se retorcía de placer como una serpiente, y tras recibir tanto cariño por parte del anciano, lo único que podía hacer con un mínimo de cortesía era corresponderle con un gesto igual de especial y ardiente. ¡Qué historia tan interesante! 😉