Metiéndole mano a su compañera de piso borracha y dormida
Ese viernes su compañera de piso había vuelto a casa borracha perdida y se acostó apenas con las bragas puestas. Él, que siempre había querido follársela, aprovechó la ocasión para colarse en su cuarto, apartar la sábana y gozar de las vistas, de ese culazo tan tremendo que tenía la morena. Parecía que llevaba una buena moña y que no se enteraría de nada, así que se atrevió a arrimarle la polla a la boca, a disfrutar de la textura de sus labios en la punta de su pene, y es que siempre había fantaseado con que le haría una mamada. Pero nada, no se atrevió a llegar más lejos, aunque sí le metió los deditos y la punta d de la polla solo se recreó con ese coñito tan rasurado y que olía tan bien…